Jamás me he considerado, ni me consideraré la persona más indicada para repartir consejos, realmente no soy de molestar mucho a las personas de mi entorno diciéndoles como considero yo que es la manera más adecuada (según mi parecer) de afrontar una situación en específico o de ver algún evento en especial. Pero por alguna razón siempre termino compartiendo energía y amor en palabras que a mi entender son más de aliento y compasión que otra cosa, para quienes acuden a mi por confianza, admiración, respeto o consideración.
Puedo decir que una de mis recomendaciones más usuales que comparto a manera de consejo, es la que dicta el título de esta entrada. Si no puedes controlarlo, que no te controle a ti. Esto tiene mucho que ver con 3 aspectos puntuales que derivan de esta misma temática cuando no se tiene en cuenta o se reacciona inconscientemente a situaciones que no están bajo nuestro control. Estos 3 aspectos serían la preocupación, la frustración y la impotencia. Sin duda hay muchos más aspectos interactuando en todo esto pero los más remarcables a mi parecer son estos.
Pienso que muchos sentimientos adversos en las personas en estos tiempos se deben a que tenemos una sed de control paradójicamente incontrolable, o parece serlo. Como siempre lo enfoco, la mente, es una herramienta que podemos condicionar a nuestra conveniencia, mediante el discernimiento, desaprendizaje y recalibración cognitiva, desmontando paradigmas. Desde siempre hemos tomado como algo "normal" muchas de las actitudes y respuestas en nosotros que parecen auténticas, espontáneas, casuales, consecuentes e incontrolables, cuando realmente sí podemos trabajarlas conscientemente.
Entonces, paradójicamente, por un lado queremos controlar lo incontrolable, lo externo, lo que no depende de nosotros, y por el otro lo que realmente está bajo nuestra tutela y control por ser intrínseco de nuestro Ser integral, dejamos que todo lo externo y ajeno a nosotros lo controle.
Pero ¿cómo es esto y a qué me refiero puntualmente?. Como a mí me encanta ejemplificar las cosas que quiero dar a entender, porque así es la manera en la que yo puedo analizar mejor la información que se me presenta, a través de ejemplos claros y familiares donde pueda identificar el objeto de la enseñanza. Voy a tratar de ejemplificar esto que digo de alguna manera.
Hablemos de cuando queremos hacer cambiar de parecer a una persona. Digamos que un familiar que es medio tóxico. Este familiar tiene actitudes que son contraproducentes para sí mismo y su entorno. En ese entorno estas tú. Tú reconoces las actitudes de este familiar porque él está actuando como un espejo y está proyectando actitudes que tú reconoces porque en algún momento tú fuiste el de esas actitudes y le comprendes, tú las trascendiste ya, y sabes que hay posibilidad de un cambio. Y aquí es cuando se despierta ese monstruo del control que duerme dentro de ti.
Tú tienes el conocimiento, tienes la experiencia, tienes el aprecio hacia tu familiar y la intención de hacerlo entrar en razón. Tu familiar está siendo él, y como él es, nada de lo que está pasando en tu mente y razón es de su conocimiento, tampoco él considera ni por un segundo estar obrando de una manera adversa, para ti y ni quien lo ve.
Entonces empiezas tu proceso de “adoctrinamiento”, super forzado, típico del que quiere hacer entender algo a alguien. Vas y le hablas, le repites todo lo que tú has comprendido sin siquiera tu familiar haberlo solicitado, le entregas toda esa energía y eso que tu crees que es atención y afecto. Pasa el tiempo y las situaciones, y notas que ha habido poco o nada de evolución en esa persona. Comienzas a sentirte desesperado, comienzas a frustrarte por no entender cómo es posible que esta persona no abra los ojos. Nace la impotencia de no poder, literalmente, entrar en su cabeza y reconectar esos “cables” correctamente para que a tu parecer éste ser empiece a funcionar correctamente, y te preocupa porque por el aprecio que le tienes sientes que no va evolucionar en ningún momento y por ende toda su vida se verá afectada o la de los que lo rodean.
Este es un breve ejemplo para exponer un poco del control del que hablo y ya lo vamos a desmenuzar objetivamente. Pero este ejemplo podrían ser, en realidad, un sin fin de otros escenarios en donde queremos cambiar situaciones del día a día, pero no tenemos el poder. Queremos tener personas, objetos y vivencias que no están en nuestro control ni alcance inmediato y eso nos frustra. Queremos cambiar situaciones y experiencias, mentes y pareceres ajenos y no nos damos cuenta que la percepción y entendimiento que hay que cambiar y que podemos cambiar reside en nosotros mismos. Nos desvivimos con preocupaciones por algo que no ha llegado pero que en nuestra mente es una posibilidad en su mayoría fatalista, o por eventos que ya ocurrieron de alguna forma y no hay manera de cambiar su resultado. Nos PREocupamos en vez de ocuparnos en lo que sí podemos trabajar, en lo que sí podemos cambiar. O nos sentimos impotentes ante una injusticia de la cual no tenemos responsabilidad alguna o participación de ningún tipo, porque parece que nos encanta el sufrimiento, siempre lo elegimos. Vivimos entregando nuestro poder y nuestra energía a todas esas cosas que queremos controlar y al no poder, estas nos controlan porque actuamos y nos manifestamos en consecuencia desde la preocupación, frustración e impotencia.
Volviendo al ejemplo, en esa situación lo que pretendo es mostrar una de las que, a mi parecer, es una de las situaciones más comunes que se me presentan, el familiar puede ser sustituido por tu pareja y la situación a veces es hasta más fuerte. Porque la necesidad de control como que crece. Y ojo, con este ejemplo no quiero decir que sea malo invertir energía y amor en alguien que deseamos cambie de actitudes. Solo que no es sano ni para ti ni para esa persona que tu necesidad de control se imponga, porque entonces la energía con la que crees estar haciendo algo bondadoso se convierte en algo más contraproducente que nada, para ambas partes.
Primero no deberías PREocuparte, por las actitudes de otra persona. En su lugar, puedes ocuparte en mostrarle con tu ejemplo, mejores actitudes o en el peor de los casos mantener distancia de la naturaleza que quieras. Pero que te genere preocupación el qué vaya a pasar con esta persona es contraproducente ya que así como tú encontraste tu camino y tu entendimiento, esta persona lo hará tarde o temprano sin tu ayuda posiblemente (grandioso si es gracias a tu ejemplo).
Segundo, el sentimiento de frustración que genera el resultado obvio con el que se trata de ser útil en este ejemplo, también es contraproducente porque la frustración nos lleva a buscar maneras más drásticas y con menos tacto de hacer las cosas, entregando así, energía con una vibra que no es tan enriquecedora como nuestro ego nos puede llegar a hacer pensar. Esta es la misma frustración que llevaba a tu mamá a darte con el libro por la cabeza cuando no aprendías de memoria la lección que estaba tratando de enseñar. O la que te lleva a ti mismo que eres padre o madre a reprender a tu hij@ cuando dice alguna mala palabra por ejemplo, que aprendió de ti por repetición. Es solo para que reflexiones.
En tercer lugar, la impotencia te congela. Y lo que llevas dentro de ti que ya creías trascendido, se va infectando de inseguridades, impracticidades y sentimientos que te llevan a pensar que lo que ya tú habías trascendido posiblemente lo hayas comprendido mal, lo que va a ocasionar que ya no sean una sino dos personas con actitudes contraproducentes, significando una involución innecesaria en tu Ser.
Date a ti mismo un descanso de la frustración que tienes por no haber formado una familia en la edad que tienes, de no estar en condiciones de adquirir el bien que tanto anhelas, de que la persona que te encanta no te presta la atención que desearías. Un descanso de la preocupación que te genera no haber alcanzado las metas que te propusiste para el año que transcurre, de que aún no sabes como le pagaras los estudios a tu hijo que aun ni sabe hablar, o de que vayan a pensar tus seres queridos si tomas esa decisión que tantas vueltas le has dado en la cabeza y que sabes que te va a convenir a ti. Date un respiro también de la impotencia que te genera no ser comprendido, nadie está obligado a hacerlo. De no llenar las expectativas de tu círculo social, de tu familia, de tu pareja, eso es un indicativo de que no estás en un lugar apto para ti y está bien. Date un respiro de todo eso que no es tu responsabilidad, sobre lo que no tienes control alguno, de lo que no depende de ti. Y de lo que en efecto depende de ti, ocúpate, conscientemente y respetando tus tiempos y posibilidades, trabaja paso a paso que Roma no se hizo en un día.
Seamos conscientes y ocupémonos de lo que sí podemos controlar, de lo que nace, vive, crece y se transforma dentro de nosotros y que luego se proyecta hacia los demás. Comprendiendo, entendiendo y respetando que cada quien es dueño de su libre albedrío y que se manifiesta de la manera que cree conveniente según su propio sistema de creencias y pensamientos. Y si queremos aportar algo, que sea desde ese entendimiento, respeto, amor y compasión, y si es posible con el ejemplo, para así ser coherentes con lo que profesamos. Entendamos y aceptemos las cosas que ya fueron, aprendamos de eso, cultivemos lo bueno, y que lo malo sea un recordatorio de lo que no queremos ser. Seamos pacientes y compasivos con nosotros mismos con las añoranzas y anhelos del futuro, y mantengámonos positivos y con fe de que todo ocurre de la manera que tiene que ocurrir para el beneficio y evolución de los involucrados, así las cosas no pinten cómo sería ideal para nuestro ego.
Gracias por leer y bendiciones siempre.
Carlos M👽
Comentarios
Publicar un comentario